El uso del fuego como arma es tan antiguo como la propia humanidad, no solo es capaz de herir o matar de una forma extremadamente dolorosa sino que, por eso mismo, también resulta una excelente arma psicológica que puede reducir la moral y la capacidad de combate de cualquier fuerza militar sometida a sus efectos o amenazada de sufrirlos. Los lanzallamas, como arma portátil de infantería, fueron inventados por los alemanes y utilizados durante la I Guerra Mundial como parte de las tácticas de asalto de trincheras. Tras la sorpresa inicial que costó unas 800 bajas a los aliados en la batalla de Hooge (Junio 30, 1915) los otros bandos en conflicto copiaron la idea alemana y desplegaron sus propias armas incendiarias. Durante la II Guerra Mundial se utilizaron con frecuencia armas lanzallamas en tareas de asalto. Los Marines americanos las usaron de forma intensiva durante la campaña del Pacífico contra unos soldados japoneses que se resistían con uñas y dientes a abandonar sus búnkers, cuevas y trincheras. En ocasiones la cercanía de las llamas obligaba a los defensores a salir al descubierto donde eran abatidos por armas convencionales, en otras se internaban dentro de las estructuras, lejos del alcance del fuego, solo para morir asfixiados ya que la combustión consumía el oxígeno y producía gases tóxicos que llenaban el ambiente.
La utilidad de los lanzallamas como los M1A1 y M2-2 usados en la IIGM era indiscutible, pero a los soldados que les tocara estar con un tanque de combustible en la espalda en medio de un tiroteo no les hacía mucha gracia... y menos aún teniendo en cuenta su corto alcance que oscilaba en unos 20 o 30 metros, así que era necesario acercarse mucho para intentar achicharrar a los enemigos armados con fusiles y ametralladoras. Hacía falta solo una bala o trozo de metralla y alguna chispa para preparar una barbacoa de Marines crujientes al instante. Otro defecto importante se derivaba del sistema de "propulsión" que dependía de un depósito independiente, lleno de gas inerte a presión, cuyo contenido se inyectaba en el depósito de combustible al pulsar el "gatillo" y lo empujaba hacia el exterior. Ese tubo de propelente ofrecía un escaso tiempo de utilización que rondaba los 7 segundos de descarga, tras lo cual el lanzallamas quedaba inutilizado hasta que dispusiera de otro tubo. Por último, el enemigo conocía el valor táctico de los lanzallamas y su efecto en la moral así que los francotiradores les tenían entre sus prioridades. Instalar los lanzallamas en vehículos blindados era una solución parcial a algunos de estos problemas: podían disponer de depósitos más grandes que aumentaran su autonomía, utilizar sistemas de bombeo más eficientes que mejoraban su alcance y el blindaje del vehículo era suficiente defensa contra los snipers... pero un carro de combate no tiene la misma versatilidad que un infante. Así que, cuando acabó la IIGM los militares americanos se encontraron con la necesidad de diseñar un arma incendiaria portátil para uso de la infantería, que mejorara las prestaciones generales de los lanzallamas tradicionales.
Un carro Sherman M4A3 dotado del dispositivo lanzallamas Mark 1 de la Armada, apodado "Ronson". |
El XM191 en Vietnam. |
El M202A1 con las tapas abiertas y mira desplegada. |
Pero la auténtica "magia" de esta arma se encuentra en el interior de los cohetes M74 de 66mm, no cargaba napalm sino una sustancia incendiaria perteneciente al grupo de los "TPA" (thickened pyrophoric agent - agente pirofórico espesado) creado a base de trietilaluminio (abreviado como "TEA") y densificado con polisobutileno, este último servía para espesar la mezcla y alargar el tiempo de combustión. Como toda sustancia pirofórica, los TPA toman fuego al contacto con el aire, sin requerir de ningún iniciador, detonador, chispa o llama. Puede ser apagado con agua, pero cuando se seca vuelve a inflamarse, lo mismo ocurre si se le priva de oxígeno. La extremadamente virulenta combustión de esta sustancia desprende una temperatura de unos 1600º a 2200º C en una fracción de segundo, lo que garantiza horrendas quemaduras en un radio de hasta 20 metros desde el punto de impacto del proyectil. Una buena parte del daño se produce por radiación térmica, sin necesidad de estar en contacto directo con las llamas. Toda explosión produce la dispersión de fragmentos a velocidades potencialmente peligrosas para quienes se crucen en su camino, los cohetes M74, a diferencia de otros explosivos anti-personal, no llevan trozos metálicos que actúen como esquirla... sin embargo, la onda de choque arrastra lo que encuentra a su paso y lo convierte en lo que se conoce como "proyectiles secundarios". Para mas inri, la alta temperatura de combustión suele fundir los metales cercanos y proyecta trozos de metal fundido en todas direcciones, el acero tiene su punto de fusión a unos 1500ºC más o menos dependiendo del tipo de aleación... esta suerte de esquirla incandescente es capaz de atravesar toda clase de protecciones personales basadas en polímeros (kevlar, aramid, etc) y otros metales blandos como si fueran mantequilla... mejor no hablemos de lo que ocurre con la carne. Disparar un M202A1 contra un vehículo, cuya carrocería suele ser metálica, es una gran forma de sembrar la desgracia y la muerte (en el mejor de los casos) de una manera insana y contundente en una amplia zona. Basta ver el siguiente video promocional del US Army donde se aprecian los trozos de metal fundido volando:
Aunque las características mencionadas antes dejan claro que el M202A1 FLASH representa un mejora considerable a todas las carencias de los lanzallamas convencionales, no todo son ventajas y la resolución de unos problemas produjo otros de diferente naturaleza, principalmente vinculados a la seguridad. He dicho que el "TEA" se inflama al contacto con el aire, si el proyectil sufriera daños durante el almacenamiento, el transporte de la munición o cuando se produce la ignición del cohete mientras el dispositivo está en la espalda o el hombro del tirador, las consecuencias serían una instantánea explosión de fuego en un lugar y momento inadecuados. Hay algunas filtraciones que indican que ese tipo de "problemillas" ocurrían con preocupante frecuencia. Otro asunto a tener en cuenta es el tema del "armado" del proyectil, me explico: generalmente las armas explosivas tales como cohetes y granadas disponen de un sistema que desconecta el detonador de la carga explosiva hasta que el artefacto se encuentre de camino al enemigo, cuando alcanzan una distancia prudencialmente segura se "arman" quedando listas para estallar, eso evita una explosión prematura si algo se atraviesa en la trayectoria o el sistema de propulsión falla y el artefacto acaba cayendo a los pies del tirador. Los cohetes M74 también tienen ese sistema de seguridad incorporado gracias al detonador M434, pero no vale de nada si el contenedor del "TEA" se rompe.
El asa delantera es para afeminados, los hombres de verdad tienen manos como tenazas para sujetar el lanzador. |
Aquí se ve claramente el uso de la tapa delantera como asa y la trasera como tope para el hombro. |
El FHJ-84 de origen chino, lanzador incendiario múltiple de 2 tubos... coincidencias. |
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